Yo
terminé la primaria por allá del cincuenta y tres. Ya no hice más estudios.
Cuando yo salí del pueblo, a la edad de quince años, trabajé en albañilería;
hasta que ingresé a trabajar a una editorial, Editorial El Volador, se llamaba.
Entré como cargador; luego, obrero común, ayudante de almacén, así, hasta un
día me consideraron y por eso estuve como encargado del almacén. Me aprendí
todos los títulos de las tarjetas, que eran como dos mil. Aprendí a manejar la
máquina de escribir, empecé a tomar lectura, a escribir mejor, a redactar una
tarjeta, un memorando, eso, cosas sencillas.
Para ese tiempo una secretaria me dijo:
—¿No se molesta, don Pascual, si lo
corrijo?
—No, claro que agradezco que alguien se
vaya a preocupar por mí.
—Es que usted pronuncia ‘medecina’ y no
es ‘medecina’, es ‘medicina’, un derivado de médico.
Y yo le dije que decía ‘medecina’
porque yo soy de la raza ñañhú y se me dificulta el español. Entonces, ella me dijo “lea un libro, lea
esto”, y yo le dije ‘voy a ver si puedo’, Y luego empecé a leer. Tenía amigos
psicólogos que me decían ‘lea este libro’ y empecé a leer de psicología y me di
cuenta que podía autoanalizarme, que yo soy el culpable de estar en donde
estoy. Y le entré más a la lectura, porque me di cuenta que eso me desarrollaba
más, ya tenía más capacidad para defenderme y esa razón fue la que me metió a
la lectura.
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Nacho López, Campesino leyendo un periódico, 1949 |
En la editorial se hacían miles de
libros. Y eso me enseñó a ver la lectura. Yo escuchaba como hablaban los
compañeros que trabajan en la oficina, que viajaban, y yo iba a tras de su
nivel, por eso me interesó a leer. Aprendí a escuchar y enterarme más en la
lectura, allí había muchos libros. Alcancé a rescatar unos libros, cuando al final
me interesé en leer. Leí la historia universal en dieciocho tomos, leí los
dieciocho tomos, por eso me doy cuenta que la política está fallando en México,
me doy cuenta que es una burla lo que están haciendo. Ahora estoy leyendo México mutilado, y acabo de leer Ángeles y demonios, El código da Vinci,
que van compaginados; también he leído de Coelho, he leído dos o tres libros. A
mí me gusta mucho leer de psicología y filosofía, me gustan mucho. Y ahorita
ando metido en política, porque tengo un grupo de jubilados, soy el presidente,
para apoyos.
Ya no leo tanto, porque ya me canso,
tengo la cosa que de repente me quedo dormido, ahora lo que hago para ver a
dónde voy es que voy palomeando la página para ver a dónde voy leyendo. La
lectura no me ha dejado que yo pueda escribir mejor, pero sí escribir con
ortografía mejor posible; saberme expresar, saber dialogar, no meter palabras
erróneas, que todavía salen, porque es imposible de corregir un defecto que
viene de marginación, porque de joven viví marginado: “confórmate con esto, ya
no busques más”, me decían en el pueblo. Mi madre no tenía la capacidad de
superarse, no la tuvo, ella fue analfabeta y conformista. En mi casa no hubo
libros, pero yo fui a estudiar porque yo quise. La lectura me ayudó a salir, y
desde que ya pude desarrollarme y no ser como veo a las personas del pueblo que
se quedaron, estaría igual que ellos, peor que ellos.
Mi padre nos abandonó, yo me fui a
trabajar a México, yo no fui drogadicto ni alcohólico, ni ratero, que todo eso
yo lo conocí, conocí de la vida de la farándula, de prostitutas, eso a los
quince o dieciséis años, a ser mantenido de las prostitutas, y no fui eso, y lo
logré, quitar de mi vida eso.