mayo 02, 2014

Preludio sin fuga



Aguardaba con la esperanza quieta
del que lleva los boletos del tren
dentro de la bolsa de la camisa.

No pude ver ni nada me dijeron
la jacaranda que no amorataba,
las campanas detenidas del reloj,
la azulada negrura arrepentida
de la parvada que vuelve el trayecto.


La perorata que fueron tus ojos
sentenció que no volverías conmigo:
noctámbula apología de un fracaso;
contrapunto que propagó la herrumbre,
puso en sepia la noche
   y oxidó las farolas.

La calle se volvió
                        un cinema a dos horas
de la última función,
cuando el conserje apaga la luz
pasa doble llave y se marcha a casa.

Y no hubo más que regresar:
decir a la portera que tomaba
de nuevo el cuarto,
guardar las boletas de empeño,
desempacar la vida
y acomodarla en el armario.

1 comentario:

  1. Entre la noche y el día
    hay un territorio indeciso.
    No es luz ni sombra:
    es tiempo.
    Hora, pausa precaria,
    página que se obscurece,
    página en la que escribo,
    despacio, estas palabras.

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